21 de octubre de 2010

A hard day's night.

Me duelen los huesos. He pasado 11 horas fuera de casa. He visto el sol, he visto llover y el humo de un cigarro tapar la parte más alta de la catedral que asoma por encima de un edificio antiguo que da a la plaza de en frente de la facultad. Es el sitio más tranquilo que conozco. El día ha dado para mucho. Me gusta caminar helado de frío hacia el centro de la ciudad cargado de papel ocupado. Cruzar la gran puerta de madera de la facultad me da calma. Se respira tranquilidad, se palpa el silencio, se intuyen las pisadas. Los pasillos son infinitos y las aulas son el polo norte reducido a unos metros cuadrados. Me gusta salir a fumar sentado a la puerta del edificio en algún rato libre. Me gusta esta gente. Me siento relativamente bien. Coincido con un profesor que también sale con su paquete de tabaco a apurar el tiempo. Charlamos hasta que se consumen nuestros cigarrillos. Vuelvo a entrar. Me observan el esqueleto del laboratorio con una mirada excesivamente vacía. Entre clases y tiempos muertos se va terminando el día. En el autobús de vuelta a casa un hombrecillo de traje me cuenta cosas que no me interesan y critica al Gobierno. Camino muerto de frío a casa. Abro la puerta y siento un calor inconfundible cuando aún no he entrado. Me encanta ese momento. Dejo la cartera, me quito el abrigo.Estoy cansado. Me siento en el sofá y me doy cuenta de que al fin y al cabo no he pensado tanto en ti.

Sean moderadamente felices. Mucho no, que se acostumbran.   

Eduardo Rubio desde la noche de la ciudad.

1 comentario:

  1. Quiero que sepas que adoro tu blog O_O, melómano tenías que ser ^^
    Pásate pliss ;P

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